Mi historia

Sanar, conectar y transformar

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Sobre mi

PAULA DEVA

Desde pequeña, soñaba con crear un lugar donde las personas pudieran transformar no solo su apariencia, sino también su alma. Recuerdo decirle a mi madre: “Quiero construir un sitio donde entre un patito feo triste y salga convertido en un cisne feliz.” Aquella visión era más que un deseo; era mi propósito, algo que sentía nacer desde lo más profundo de mi ser.

El tiempo me llevó a descubrir el camino para hacerlo realidad. Cuando comencé a estudiar estética en Cantabria, me di cuenta de que no solo se trataba de cuidar la piel o el cuerpo, sino de cómo un simple gesto, una caricia, un espacio de bienestar, podían devolver la calma, la confianza y el amor propio a quienes lo necesitaban. Desde ese momento, entendí que mi trabajo sería mucho más que tratamientos; sería una forma de sanar.

Con los años, he explorado y aprendido técnicas que abarcan desde lo físico hasta lo energético. Cada masaje, cada tratamiento facial o corporal es un viaje único, una conversación silenciosa entre el cuerpo, la mente y el alma. Pero lo que verdaderamente me transforma cada día es la conexión con mis clientes. En cada sesión, se crea un espacio sagrado donde no solo ellos sanan, sino que, a través de esa energía compartida, también sano yo. Es un intercambio mutuo, una danza de confianza y entrega, donde ambos salimos siendo un poco más nosotros mismos.

He descubierto que las manos no solo tocan la piel; hablan, sienten, escuchan. Que el bienestar no tiene límites cuando trabajamos juntos desde la confianza, el respeto y el amor. Mi mayor aprendizaje viene de las personas que llegan a mi vida buscando algo más allá de un cambio exterior. Ellos me enseñan que sanar es un acto compartido, una conexión profunda que transforma desde dentro hacia fuera.

Este camino sigue sorprendiéndome cada día. Mi pasión no solo es ofrecer cuidado personal, sino crear un refugio, un lugar donde el alma encuentre su paz y el cuerpo recupere su armonía. Al final, cuando nos sentimos bien, brillamos desde lo más profundo, y esa luz ilumina todo lo que tenemos alrededor.

Deva es la diosa celta del agua, de las emociones y los sentimientos